Pese a los buenos resultados y su incuestionable competitividad, la imagen que se tiene del sistema NX más como la eterna promesa que como una realidad seria y con un futuro definitivo pasa factura a una cámara que aspira a caer en manos de usuarios que buscan algo más que un modelo aislado sin un completo sistema que lo respalde.

Que estemos en noviembre probando una cámara que vio la luz a principios de año es, de entrada, un síntoma claro de que nos encontramos ante un sistema que funciona con sus propios ritmos en el mercado fotográfico. Pero no ser la más popular ni la más buscada del escaparate tras tantos meses transcurridos también tiene sus ventajas: la moderación en el precio respecto a las cifras iniciales –ahora puede encontrarse por 550 euros con el zoom básico- hace que la Samsung NX300 sea ahora más apetecible que nunca.

La NX300 con el Samsung NX 18-55 mm f3.5-5.6 OIS, el zoom con el que forma el kit básico.

Pero con una gama media de modelos sin espejo tan poblada –si es que a estas alturas a alguien le sigue interesando que las cámaras tengan o no espejo- no es fácil conseguir que alguien se fije en una NX300. Por si acaso, esta Samsung presume de ser la más rápida de su clase con casi 9 fotogramas por segundo, y sus 20 megapíxeles también la sitúan por encima de sus competidoras en resolución.

¿Suficiente para conseguir llamar la atención frente a las Sony NEX-5T o la Panasonic Lumix DMC-GF6, por ejemplo? ¿O para luchar contra la más reciente y barata NX2000 de su propio catálogo? Ésas son las preguntas que habrá que tratar de responder.

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